La comunidad hondureña en Estados Unidos enfrenta un momento de tensión e incertidumbre. Más de 55,000 beneficiarios del Estatus de Protección Temporal (TPS) aguardan la decisión de la administración de Donald Trump sobre la renovación de este programa, clave para su estabilidad laboral y migratoria.
Un futuro incierto
El TPS ha sido un salvavidas para miles de migrantes, permitiéndoles trabajar y residir legalmente en EE.UU. Sin embargo, su continuidad está en riesgo. A pesar de que ha sido renovado en anteriores administraciones, las señales actuales generan preocupación entre quienes dependen de este beneficio para sostenerse.
«No podemos hacer planes. Nuestro futuro depende de una decisión que aún no llega», comenta Marta López, hondureña residente en Florida y beneficiaria del programa.
Impacto en la comunidad migrante
La posibilidad de perder el TPS implicaría consecuencias profundas. Miles de hondureños podrían enfrentarse a la deportación o a la pérdida de sus empleos, lo que afectaría no solo sus vidas, sino también la economía de Estados Unidos, que se beneficia de su fuerza laboral.
Organizaciones defensoras de los derechos de los inmigrantes han advertido sobre el impacto de esta medida. Líderes comunitarios han instado al gobierno estadounidense a considerar el aspecto humanitario y económico antes de tomar una decisión definitiva.
Expectativa y presión social
Ante la incertidumbre, activistas han intensificado sus esfuerzos para garantizar la renovación del TPS, argumentando que Honduras sigue atravesando desafíos que dificultan el retorno seguro de sus ciudadanos.
Mientras la administración Trump evalúa la medida, miles de hondureños esperan con preocupación una respuesta que definirá su futuro en los próximos días.
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