Tegucigalpa. Más de L. 700 millones han sido destinados por el Estado hondureño para reducir la pobreza. Sin embargo, los resultados son prácticamente nulos, advierte Mario Palma, economista del Foro Social de la Deuda Externa y Desarrollo de Honduras (FOSDEH), en declaraciones a Radio Cadena Voces (RCV).
El diagnóstico es crudo pero necesario: informes internacionales ubican al país entre los 20 más pobres del mundo. Y no es una sorpresa. Según datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 62.9% de la población vive en condiciones de pobreza. Para Palma, estas cifras evidencian el fracaso de las políticas públicas aplicadas en las últimas dos décadas.
“Hemos hablado de estrategias por más de 20 años, pero seguimos sin ver resultados tangibles”, sentenció.
A la par de la pobreza, los servicios públicos enfrentan su propia crisis. Salud y educación presentan serias deficiencias en cobertura, calidad y respuesta a la ciudadanía. La precariedad también golpea el mercado laboral: más de dos millones de personas tienen problemas de empleo, y cerca de un millón de jóvenes entre 15 y 29 años no estudian ni trabajan. Son los llamados “ninis”, una generación marginada por un sistema que no les da oportunidades.
La inversión extranjera directa tampoco mejora el panorama. Honduras ocupa el penúltimo lugar en la región, lo que limita el desarrollo económico y la generación de empleos formales. Para Palma, el drama se agrava por la débil ejecución de la inversión pública productiva, cuyo impacto debería sentirse en la productividad, los servicios y los ingresos de los hogares.
“Si a los bajos niveles de ejecución le sumamos la incertidumbre política, la ecuación se vuelve mucho más compleja para la dinámica económica y social”, advirtió.
El llamado del FOSDEH da en repensar el modelo de desarrollo del país. Palma exige mayor eficiencia, transparencia y coordinación institucional, así como estabilidad política que inspire confianza para atraer inversión y mejorar la calidad de vida de los hondureños.