En Honduras, cientos de adultos mayores enfrentan una dura realidad: la necesidad de seguir trabajando hasta edades avanzadas para poder subsistir. La falta de una pensión digna, el escaso acceso a servicios de salud y el abandono social los obligan a desempeñar labores físicas o informales, muchas veces en condiciones precarias, solo para costear alimentos, medicinas y vivienda.
Aunque la ley contempla beneficios para la tercera edad, pocos logran acceder a un retiro digno. Quienes no cotizaron lo suficiente en el sistema de seguridad social o trabajaron toda su vida en la informalidad quedan excluidos del sistema de pensiones, sin opciones de sustento.
Este abandono los empuja a vender en las calles, realizar trabajos domésticos o incluso pedir ayuda, exponiéndolos a riesgos físicos sin garantías de protección laboral.
Organizaciones de derechos humanos y sectores sociales han señalado esta crisis como un reflejo del abandono estructural de los adultos mayores. Exigen al Estado políticas públicas efectivas, pensiones básicas universales y mayor inversión en programas de atención integral para garantizar una vejez digna.
Cortesia de HCH