Durante el acto central por el 46 aniversario de la Revolución Sandinista celebrado en Managua, el presidente nicaragüense Daniel Ortega lanzó una de sus declaraciones más radicales en materia internacional: exigió públicamente la disolución de las Naciones Unidas, asegurando que el organismo «no sirve para nada» y que su refundación implica su desaparición total.
En un discurso transmitido por televisión nacional, Ortega sostuvo que la ONU ha dejado de cumplir su propósito de proteger a los pueblos vulnerables. “Ya Naciones Unidas no sirve para nada. Hay que refundarla, y refundarla significa que desaparezca”, afirmó frente a miles de simpatizantes reunidos en la Plaza de la Fe.
Su propuesta no se limita a la crítica retórica. Ortega planteó la creación de una nueva estructura multilateral “que dé seguridad a los pueblos, que donde estén matando a la gente, vayan y detengan esas muertes”. Según el mandatario, el actual sistema internacional está diseñado para servir a los intereses de las potencias atómicas.
Críticas directas a Israel, EE.UU. y Europa
En una escalada verbal que mezcló geopolítica con narrativa revolucionaria, Ortega acusó a Estados Unidos e Israel de querer «desaparecer» al Estado de Palestina y a Irán. Señaló que los actos de violencia en esa región son cometidos por “criminales confesos” armados por Europa y EE.UU., y denunció una supuesta complicidad internacional frente a estos abusos.
“El crimen está a la vista todos los días y ¿qué hace Naciones Unidas? Nada. Es un instrumento de los países imperialistas”, afirmó con voz elevada, mientras llamaba a sus bases a mantenerse alertas ante los poderes hegemónicos globales.
También arremetió contra la OTAN, a la que acusó de impulsar guerras y conflictos en beneficio de sus intereses económicos y geopolíticos. Su discurso se enlazó con una histórica narrativa antiimperialista que ha caracterizado al régimen sandinista.
Migración y repatriaciones como símbolo de resistencia
Ortega aprovechó la ocasión para criticar la política migratoria de EE.UU., calificando las deportaciones de migrantes como “crímenes” que también son ignorados por la ONU. En ese sentido, celebró el retorno de 252 ciudadanos venezolanos desde El Salvador a Caracas, describiéndolo como un “abrazo revolucionario” frente a las injusticias migratorias.
“El imperialismo actúa a su antojo. Y la ONU solo observa”, sentenció.9